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La evolución de una idea de éxito

Los orígenes de YouTube, como cualquier gran historia, tienen su punto de partida en un garaje. Bueno, quizá no físicamente, pero sí en cuanto a la esencia. Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim, todos ellos trabajadores de Paypal, se dieron cuenta de que no existía una plataforma para compartir vídeos de forma rápida y efectiva. Fruto de esta necesidad insatisfecha, inventaron YouTube. Corría el febrero de 2005, con el auge de los medios de comunicación en Internet, cuando se registró el dominio youtube.com. No sería hasta el 23 de abril cuando se publicaría el primer vídeo. Jawed Karim, uno de los creadores, inauguraba la plataforma con un vídeo en el zoo.

En esos años aparecieron también otras plataformas dedicadas a la distribución de contenidos online, como Vimeo o Dailymotion. Sin embargo, YouTube se estaba convirtiendo en el rey indiscutible dentro de su sector. Los usuarios crecieron exponencialmente así como también los vídeos que se compartían, lo que llamó la atención de marcas y empresas. Grupos inversores como Sequoia Capital, corporación que en su momento ya invirtió en Apple, Yahoo y Google (tienen buen ojo para esto de las finanzas); o Time Warner, decidieron apostar por YouTube. Marcas como Nike, sabedoras de que cada día se registraban en la plataforma más de 50 millones de visitas, confiaron en YouTube para anunciarse. Un camino hacia el estrellato en el que la plataforma batió a todos sus rivales pero también se vio sumergida en algún escándalo debido los derechos de autor.

La imágen corporativa de YouTube ha cambiado con los años. No obstante, su logo es muy reconocible.

La compra de YouTube por parte de Google transformó por completo la plataforma. Un estratosférico desembolso el que hizo la multinacional del buscador más utilizado en todo el mundo. Concretamente 1.650 millones de dólares (poco más de 1.300 millones de euros al cambio) tuvieron la culpa de esta adquisición. Arrancaba una nueva etapa en YouTube de la cual todavía se siguen recogiendo los frutos cosechados.

La plataforma se profesionalizó al mismo ritmo que crecían las visitas. Las más de 7.000 millones de visitas diarias que tenía en su momento atraparon de lleno a las marcas y anunciantes para publicitarse en YouTube, lo que permitió la monetización de los vídeos en lo que se conoce como partner. Se generó una sinergia que le dio un salto tanto cuantitativo como cualitativo. La gente podría rentabilizar sus vídeos y, con esos ingresos, mejorar a su vez la calidad de los vídeos. Las marcas entablaron relación con los creadores de contenidos por medio de las colaboraciones, vídeos patrocinados por marcas a cambio de que su producto o servicio apareciese a lo largo del mismo. Y, como en cualquier sector que genera suculentos beneficios, aparecieron también las figuras de los intermediarios. Surgieron las networks, una especie de gestor o manager que administra económicamente un sector que a día de hoy sigue sin regularizarse.

© 2018 TFG - Ricardo Sabater

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